Sentaos Sancho, hoy tendremos una velada en la que os contaré quien soy.
Mi buen señor, os conozco, sé quien sois.
Estáis seguro amigo mío?
Bueno… señor… si me lo permite vuestra merced he de decir que sois un hombre enfermo, estáis escuálido, pálido y sufrís el mal de la poca cordura.
De verdad pensáis que he perdido el juicio?
Sinceramente… a veces… si
Entonces es cierto que ha llegado la hora en la que mi vida os dará a conocer una verdad que a ojos de los entendidos permanece oculta. No he perdido el juicio buen Sancho, he perdido la salud.
Mi experiencia:
Hace unos cinco, seis años, quizá algo más, comencé a sentir que algo no iba bien cuando iba al excusado. A lo mejor estaba muy suelta un día y otro no había manera de hacer nada. Además de que cada vez las ganas de ir se hacían más y más espaciadas en el tiempo.
Antes yo tenía un seguro privado, Adeslas, y allá que me fui al médico a ver qué me pasaba.
Yo, por aquel entonces, no asocié el dolor de estómago que a veces tenía con lo de ir al baño, ya que mi dolor era siempre muy alto, en la boca del estómago, pero sigamos con orden lo que me ocurrió. Tras un intento fallido de tratarme con unos sobres a base de hierbas ( y eso que no era homeópata ni nada por el estilo ) me diagnosticó cólon irritable, y allá que me fui yo tan campante, pensando que lo que me pasaba era normal y que tenía un nombre.
El tiempo fue pasando y de cuando en cuando, una vez al año al principio, mi estómago me avisaba de que algo no estaba bien, durante tres cuatro días tenía que estar en casa con una baja, porque el dolor se hacía insoportable. El tiempo fue pasando y la cosa aumentó, en vez de una vez al año fue una cada seis meses, y a medida que avanzaba el tiempo así avanzaba mi dolor hasta que llegó el momento en el que ya se hizo un dolor continuo, no paraba. Y eso me llevó a urgencias, donde me dijeron que tenía “gases”. Al día siguiente al médico de cabecera para pedir la baja, como no era la mía me dio una baja de tres días, en espera de que llegase mi doctora de cabecera, esta doctora dijo que no eran gases si no epigastralgia. Tres días más tarde fui a mi doctora de cabecera, y aquí comenzó un periplo que a día de hoy sigue sin resolverse pero está bastante encaminado ya, o al menos eso creemos.
Mi doctora de cabecera se preocupó bastante ante los síntomas que le relaté y también se preocupó ante mi eminente pérdida de peso, me oscultó, me mandó una serie de analíticas y me hizo un volante urgente para el digestivo. Me comentó que a su entender podía estar padeciendo o Crohn o Celiaquía y que lo mejor era que me llevase un especialista.
He de quitarme el sombrero ante la atención que esta doctora me brindó, una chica joven, muy atenta, siempre pendiente de mi evolución, y desde un primer momento su intención fue siempre la de ingresarme para que me hicieran todas las pruebas necesarias de un tirón y no tener que ir a cuenta gotas, para tener un diagnóstico rápido de lo que me ocurría. Tanto ella : Olga María Villar, como la enfermera: Ana Touza se volcaron en mi caso. Ana tiene una hija celíaca y desde un primer momento me dijo que para ella tenía todas las papeletas y síntomas de tener EC, todas, menos la fiebre.
Por hoy creo que ya he dejado encaminado el resumen de mi experiencia, experiencia que a día de hoy continúa sin tener por ahora un diagnóstico definitivo.
2 comentarios:
Lo bueno que podemos sacar, es que el final de la historia parece próximo....y será un final feliz!!!
Por cierto!! Muy acertada con los prólogos del Quijote!!!
Eso espero Marisa, eso espero.
Jajaja, se me dió por ahí, darle un toque no sé, original, distinto xDD.
Un beso guapa gracias por estar siempre presente.
Publicar un comentario